El Parto: ¿Es un proceso natural fisiológico implícito a la capacidad de dar la vida de las mujeres o es un acontecimiento médico?


Por Irina A. Ravelo Rodríguez.

“Parir es separarse, es abrirse al otro y para el otro, es la puerta a un cambio, donde no sólo nace una criatura, sino también una madre y puede que también, un padre. Es importante dejar que suceda, no resistirse, pues se trata de acompañar la vida.”[1] Partiendo del pensamiento de la diferencia sexual, y de los veinte años de practicar el acompañamiento de mujeres embarazadas, las comadronas de Titania Tascó han llegado a concebir así el alumbramiento.

Sheila Kitzinger, por su parte, ha entendido por un buen parto aquel en que la mujer al volver la vista atrás, sucediera lo que sucediera, siente satisfacción y plenitud.[2] Esta definición queda abierta a la consideración de cualquier mujer que haya parido, puesto que con su propia experiencia da sentido a la concepción de un buen parto. Así mismo, esta concepción plantea que el parto mismo no es sólo cuestión de seguridad y de alcanzar el objetivo de que tanto la madre como la criatura estén sanas y salvas, puesto que “Además de la pura mecánica del descenso, rotación y expulsión, el parto también se relaciona con las emociones, y es lógico que así sea, ya que es una gran transición en la vida de la madre, el padre y toda la familia.[3]

Durante las últimas décadas, a través de las prácticas obstétricas se extendió la concepción del parto como un mal o una enfermedad, hasta el punto de ser considerado, fundamentalmente, como un acontecimiento médico. ¿Por qué la ciencia tradicional de occidente se empeña en asumir el parto –y la maternidad- como un “problema”? La realidad va más allá de eso, puesto que es un proceso natural fisiológico implícito a la capacidad de dar la vida de las mujeres.

Pepi Domínguez, comadrona de Titania Tascó, contestó a la pregunta de Gemma Tramillas “La mayoría de las mujeres temen parir. Piensan en lo que irá mal.”, de la siguiente forma: “Es que así nos educan. Con tantas pruebas y controles hemos pasado de ver el embarazo como algo fisiológico a verlo como un riesgo, como un proceso patológico. El 95-98 % de los embarazos fisiológicos van bien. Podemos quedarnos con esta cifra o con el 5% de riesgo. Pero la ausencia de riesgo no existe en la vida.”[4] Esta respuesta de la comadrona Pepi coincide, en gran medida, con la observación de Sheila Kitzinger acerca de que en algunos hospitales se insiste en la patología, o sea, en detectar lo que pueda ir mal en vez de contribuir al flujo espontáneo del parto.[5]

Por otra parte, cuando comencé a preguntar en Solsona acerca de dónde parían las mujeres que viven en ese ámbito rural, me encontré con que desde hace algunas décadas al dar a luz una mujer que habita en la Comarca del Solsonès se ve en la necesidad de trasladarse cincuenta quilómetros, o más, a la ciudad más cercana, que es Manresa para ser “atendida” en el hospital. El servicio al que sí tienen acceso ahí mismo en Solsona, es a la atención de la comadrona, cuyo trabajo consiste en “llevar el control” del embarazo, así como la impartición de cursos para la preparación del parto y de talleres del cuidado de la criatura recién nacida. Estas actividades brindan a las mujeres embarazadas espacios de interacción entre ellas. Todo este trabajo de acompañamiento de la maternidad, por parte de la comadrona no incluye, normalmente, el momento del parto, puesto que han de trasladarse, como ya dije, a Manresa. Esta situación denota que los partos acontecidos en la zona son una práctica caduca, que se remonta hasta hace cincuenta años, cuando las comadronas asistían partos en los hogares mismos de las mujeres.

Noté que había cierta repulsión al solo planteamiento de dar a luz fuera de un hospital, ya que se le asociaba con el “atraso” del pasado, con la inseguridad y, principalmente, con la mortalidad materna y del nado. Si bien es cierto que en la actualidad la mortalidad materna y perinatal ha disminuido respecto a los índices de hace 50 años, este hecho no ha sido un logro exclusivo de la práctica médica, según nos dice Sheila K.:

“Los tocólogos aseguran que esto se debe a la mejoría de los servicios obstétricos y a la práctica de llevar los nacimientos al hospital. [Sin embargo,] Las diferencias sociales: educación, salud general, acceso a la información, condiciones de vivienda, nutrición, actitudes ante el tabaco y facilidad de comunicación entre cuidadores y pacientes, ejercen gran influencia sobre el índice de mortalidad perinatal.” [6]

De todo esto se deduce que la mortalidad perinatal y materna no es causada, necesariamente, por alumbrar fuera de un hospital. Esta idea es un mito. Existen muchos otros factores que aumentan este riesgo, como son las condiciones de vida y la información al respecto que poseen las mujeres. Esto explica cómo en Holanda el 80% de los nacimientos son en hogares o en casas de maternidad y la tasa de mortalidad es una de las más bajas del mundo.

Los partos no fueron siempre en hospitales, ni dirigidos por hombres médicos.

Al llarg de la història les dones, han buscat una llevadora amb experiència i coneixements, que les assistia, en els seus parts a elles i als seus nadons. Solian acompanyar-la també una o vàries dones que oferien el seu suport: una altra mare, l’àvia, la veïna o una amiga, capaces de respaldarla afectiva i emocionalment. Eren dones properes, que després del part s’ocupaven de tenir cura de la mare i de cobrir les seves necessitats per tal que pogués recuperar-se i dedicar-se exclusivament a la nova criatura.[7]

Las comadronas de culturas tradicionales han proporcionado cuidados prenatales mucho antes del siglo XX. Su trabajo iba más allá de asistir el parto, puesto que se implicaba más en todo el proceso de embarazo, visitando la casa de la embarazada en donde la orientaban, comentando la dieta, el trabajo, el ejercicio, brindando masajes y practicando rituales espirituales de protección, además de llevar a cabo la planeación del parto.[8]

No obstante, es bien sabido que con el surgimiento de la medicina moderna (emprendida y ejercida exclusivamente, hasta hace muy poco tiempo, por varones), la sabiduría y las prácticas de las comadronas y curanderas se vio perseguida. En los albores renacentistas muchas mujeres (brujas) fueron condenadas a la hoguera por la Santa Inquisición, dichas condenas fueron ejecutadas por el poder civil. Esta masacre significó, por una parte, uno de los más grandes genocidios de la historia de occidente, y por otra, la instauración de un orden intransigente respecto a las diferencias, homogenizante, en esencia.

Esta persecución ha perdurado, una evidencia de ello es la referencia de la comadrona Pepi Domínguez, quien en plena década de los ochentas había decidido parir en casa. La reacción de sus compañeros del hospital fue considerarla loca y que acabaría pidiendo la epidural a gritos. Cuando les invitó a ver el video del parto, le dijeron “¡No sabíamos que fueras tan primitiva!” Señala, además, que “Antes éramos como perseguidos, como brujas, pero ahora hay un cierto respeto, un acercamiento por parte de las mismas instituciones que antes nos denunciaban.”[9] A partir de este reconocimiento institucional, en ya varios hospitales se han implementado procedimientos utilizados por las comadronas que acompañan partos en casas, con la intención de “humanizar” la atención prestada a las mujeres en proceso de parto. Al respecto, en entrevista con Teresa, comadrona de Titania Tascó, ella nos comentó que más que “humanizar” el parto, había que naturalizarlo, puesto que el resultado de esa visión en “extremo humanizadora” había dejado de percibir la propia naturaleza del parto.

Es prescindible apuntar que las maternidades de los siglos XVIII y XIX fueron creadas como instituciones de caridad para mujeres pobres[10] y para solteras que llevaban su embarazo con vergüenza. Las demás, daban a luz en casa. Fue en estas mujeres donde la obstetricia encontró la materia prima para los practicantes de tocología y ginecología. En ese ámbito, las parturientas fueron conejillas de indias para la investigación, por ejemplo, los primeros experimentos para provocar artificialmente el parto se hicieron con mujeres pobres.[11]

A partir de la segunda mitad del siglo XX, la proliferación indiscriminada de episitomías, así como de otras prácticas aplicadas de rutina (algunas de estas desdo los 90 fueron caracterizadas como peligrosas e innecesarias por la OMS) ha servido como prácticas de ensayo para médicos practicantes. Un ejemplo ilustrador de práctica indiscriminada de la episitomía es la experiencia de mi madre, que les comparto a continuación. Ella estaba a punto de dar a luz su primer bebé, se había preparado para el alumbramiento mediante el método psicoprofiláctico y se sentía muy segura consigo misma. No obstante, en el momento del parto, el médico decidió que practicaría una episitomía. Judith, mi madre, le dijo “No hace falta, el bebé viene pequeño y siento que puedo.” Haciendo caso omiso de la recomendación materna, cortó. En la primera pujada que ella dio, el bebé salió disparado, tomando desprevenido al practicante a quien se le resbaló de las manos, y fue a caer en un balde que estaba en el suelo. Ella escuchó el llanto del bebé, pero no le fue permitido ver más; inmediatamente, un puñado de médicos se amontonó entorno de ella y la “tranquilizaron” durmiéndola por dos días seguidos. Cuando despertó, al segundo día, no había criatura con la cual regresar a casa, ya hasta lo habían ido a enterrar. Este es un sólo ejemplo, cercano y doloroso, de cómo ha operado en muchas ocasiones la ciencia médica.

Judith R. Primer embarazo 1978.

Ante esta experiencia, encuentro una respuesta sensata en las palabras de Pepi Domínguez a la pregunta de Gemma Tramillas: ¿Por qué se les ha robado a las madres el protagonismo?:

“No interesa una madre poderosa que es capaz de crear una criatura y parirla, porque eso le va a dar mucho poder a ella y a la criatura, un poder que socialmente no se acepta. La mujer que se siente capaz de crear y de parir, también se siente fuerte y segura. Es como un Dios.”[12]

¿Cómo hacer para aprovechar al máximo los avances tecnológicos, cuando son necesarios, sin que ello represente una negación de la capacidad creativa de las mujeres? Considero que esa decisión está dada por cada mujer. Las palabras de las comadronas de Titania resaltan que “Un aspecto muy importante es que parir es una manifestación de la sexualidad femenina, es un proceso de intimidad, de contacto, de comunicación, donde están implicados los órganos genitales, las hormonas, las sensaciones corporales... es una experiencia que tiene que ver con la propia vida. Parimos como somos, cada una con sus deseos, sus ilusiones, sus temores, sus certezas y sus inseguridades. También cómo nos relacionamos con el placer y el dolor y con la capacidad que tenemos de dar y recibir.”[13]

¿Cómo trabajan las comadronas?

Hay en Catalunya una variedad de recursos y personas dedicadas a asistir o bien, dirigir partos. Ya mencioné las competencias de la comadrona de Solsona, ahora toca el turno a otras mujeres que trabajan en otros centros y de maneras distintas y que han sido parte del movimiento muy difundido por todo el Estado Español de promover relaciones y prácticas de respeto y reconocimiento entre profesionales y mujeres que atraviesan por la experiencia de dar a luz. Mencionaré sólo algunas, que Partera. Códice Florentino. son las que conozco y de las que he escuchado
hablar:

La Casa de Nacimientos de Mitjorn de Manresa, es actualment l’únic centre integral on s’ofereix la possibilitat de fer un part natural de Catalunya. En su página web http://www.migjorn.net/ dan a conocer sus servicios y recursos brindados.

En la Cooperativa Titania Tascó trabajan desde el concepto de corresponsabilidad, es decir, las decisiones, actuaciones y resultados son compartidos, acordados ya la vez cada una tiene el que le corresponde. “Por eso asistimos los partos en casa de las mujeres y sus parejas que, previa información, elección, decisión y responsabilidad de su proceso nos lo piden y a los que nosotras también estamos de acuerdo en asistir.”[14] En su página web http://www.titania-tasco.com/ se pueden encontrar los cursos, talleres y servicios brindados por las comadronas socias.

Por su parte, la Dobla és una dona que acompanya una altra dona durant l’embaràs, el part i el puerperi (o en alguna d’aquestes etapes), ocupant-se del seu benestar general i de les seves necessitats, especialment de les emocionals. Això pot abastar també la seva parella i els altres membres de la família, si és el cas. Las doulas de Barcelona apareixen com una forma actualitzada d’aquesta figura femenina que facilita, amb la seva presència amorosa, protecció i acompanyament durant els inicis de la maternitat. Les doules poden acompanyar tant en hospitals, com en Cases de Naixements i en domicilis. Por lo tanto se pueden encontrar Doulas en las distintas regiones de Catalunya. En la página web http://doulasbarcelona.org se puede encontrar más información acerca de los servicios ofrecidos por ellas.


Lo que queda claro es que es de vital importancia que existan diversas opciones para cumplir los deseos y necesidades de las mujeres en su capacidad de dar la vida. Sea en un hospital, en una casa de nacimientos o en su propia casa, una mujer parirá según como es ella misma y las necesidades que posea, y esta decisión debe ser respetada.



[1] Domínguez Cano, María Ortí Massaguer I Tere Gonzalo Del Moral. “TITÀNIA-TASCÓ: Dones per la Salut. ‘20 anys d’experiència en relació amb la creativitat femenina’.” Revista Duoda, 29.

[2] Sheila Kitzinger. Nacer en casa. Barcelona, RBA Libros, 2002. p.9.

[3] Ibidem, p.8.

[4] Gemma Tramullas. “Entrevista con Pepi Domínguez, comadrona”. En El Periódico, Barcelona, 19 de julio de 2005. p.9.

[5] Sheila Kitzinger, op. cit., p. 15.

[6] Ibidem, p.14.

[7] www.doulasbarcelona.org Agosto de 2008.

[8] Sheila Kitzinger, op. cit., p. 88.

[9] Gemma Tramullas. “Entrevista con Pepi Domínguez, comadrona”, op. cit.

[10] Luz Sanchez-Mellado. “Reportaje El Parto es mío.” En El País. 25 de marzo de 2007. http://www.elpais.com/articulo/paginas/parto/elpepusoceps/20070325elpepspag_1/Tes

[11] Sheila Kitzinger, op. cit., p. 13.

[12] Gemma Tramullas. “Entrevista con Pepi Domínguez, comadrona”, op. cit.

[13] Pepi Domínguez Cano, María Ortí Massaguer I Tere Gonzalo Del Moral. op. cit.

[14] Ibidem.

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